Artículo publicado hoy martes, 18/11/2014, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LA HABILIDAD PARAPSÍQUICA

En algún sitio leí un pensamiento que decía que “lo que no conocemos, necesariamente no tiene por qué no existir”, y desde luego aunque todavía estamos en el umbral del conocimiento sobre el misterio del cerebro y queda mucho camino por recorrer, es bien cierto que existen personas que nos someten al asombro de sus poderes de videncia. Bien es verdad que algunos videntes, con un punto infantil, te cuentan unas milongas que luego dado el resultado de sus predicciones ellos mismos se vienen abajo como una persiana, aunque comprendo que tienen que hacer juegos malabares para seguir viviendo; pero están los que han adquirido destreza para dirigir el control de nuestras mentes, y además ven el futuro, que para ellos está siempre escrito (aunque supongo que también depende de que la suerte les favorezca o les abandone). Lo cierto es que la hipersensibilidad de sus sentidos y una aguda intuición les incrementa el positivismo y así lo transmiten a los demás.

Nunca he sido abiertamente escéptica a nada y menos aún a este fenómeno de la habilidad parapsíquica (aunque no haya sido demostrada científicamente), que requiere paciencia y una mente desarrollada, y como dicen que la necesidad o el deseo de que suceda un hecho concreto aumenta la probabilidad de que ocurra, pues siempre dejo huecos a la credulidad.

Y viene esto a cuento recordando la lectura, única en mi vida y servidora aún soltera, que de mi mano hizo una gitana muy mayor y con gran insuficiencia de nuestro idioma pero con hábil manejo de la palabra (cada uno pesca con la caña que tiene) más un entretenido pasatiempo imaginativo, quien me predijo en una línea de clara sinceridad y seriamente: un crucero fantástico por el Caribe en mi luna de miel en el mayor trasatlántico del mundo, que sería muy feliz en mi matrimonio, que tendría siete hijos, que quedaría viuda muy joven (con esto me dieron ganas de mandarla a Tailandia o aún más lejos) y que me volvería a casar, y que todo ello era tan cierto como que la tierra daba vueltas.

Servidora, no queriendo sumergirme en aquellas profundidades y evitando que mi actividad mental no quedara confusa para los restos por semejante predicción, me lo tomé con sentido del humor, como correspondía a mis jóvenes años, así es que deseando eludirle el riesgo del desaire, le expuse con una sonrisa y algunas monedas mi credibilidad para alivio de su ánimo, aunque recordando aquel pensamiento de Epicuro que decía, “nunca dejemos pasar la oportunidad de tener la boca cerrada”. Ha pasado el tiempo y hoy recuerdo a aquella gitana que, aunque se equivocó, de alguna manera algo adivinó en una única parte de mi futuro, porque feliz lo he sido con la familia que tengo, pero con sólo tres hermosos y magníficos hijos, y de viuda, y gracias a Dios, nada, porque sigo con el mismo marido desde hace la friolera de 50 años, el “crucero” en mi viaje de novios lo realicé, sí, pero en un barco-frutero por no encontrar en esas fechas otro barco que nos llevara a Valencia, con nuestro sencillo coche “renault”, para continuar una ruta hacia Madrid, donde gozaríamos de nuestro amor y de las contadas perritas para disfrutar de aquella breve estancia. En fin… Hoy me río de aquellas predicciones y me hace bien, porque al fin y al cabo reír es una medicina para el alma. Ay, Señor, qué cosas pasan…

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