Artículo publicado hoy martes, 11/11/2014, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
CON O SIN PHOTOSHOP
Existe un refrán que dice que “las mujeres se visten para agradar a los hombres y desagradar a las otras mujeres”, con lo cual y analizado el detalle, me da la impresión de que con esto del loco photoschop contemplo ya sin curiosidad, pero con un escalofrío que me recorre las arterias y que aumenta por días, que tal desmadre de engaño y de vanidad están arañando sin compasión las mentes de señoras no tan jovencitas que ven, alucinadas, lo bien que se conservan actrices de talla internacional hasta llegar a la Preysler, que permiten en connivencia con las revistas del corazón engañar, timar, embelecar, disfrazar, aparentar lo que no son porque el miedo a sentir y ver meridianamente claro que están envejeciendo, que ya viven el declive, que el ocaso de sus más espléndidos días ya es una cuesta descendente, que no son capaces de afrontar el problema y necesitan la ayuda de esta trampa como si fuera una garantía de felicidad, de seguridad, a pesar de que son conscientes de que han perdido su encanto para siempre-jamás y las están dejando sin aliento.
Los estragos de la edad son común a todos los mortales, y no hay que avergonzarse de ello tomando una actitud autodestructiva porque, sí,“señoras photoschopiadas”, son ustedes y no nosotras, las del otro lado de ese muro, quienes sienten la terrible sensación del fracaso porque ya no se ven jóvenes, son ustedes y no nosotras, las sencillas ciudadanas de a pie, quienes intentan con esa abrumadora cadena de mentiras utilizando el photoschop que los demás seres humanos creamos que somos los únicos que envejecemos y que nos encontramos al borde del abismo, ya que viéndolas creemos que son eternas, bellas, jóvenes…, cuando a buen seguro son ustedes las que viven atormentadas con la realidad de la visión de sus ajados rostros, de sus cuerpos derrumbados, del arranque de desesperación que las mueve en un círculo atormentado del que no pueden salir.
El “ser” se ha hecho hoy menos importante que el “parecer”, y ahí están todas ellas, amargadas y huecas e intentando parecer lo que ya no existe. Lo decía Buda, “nadie está más vacío que quien está lleno de sí mismo”. Sí, me entristece mucho ver ese desafío permanente y patético de querer mantenerse radiantes a toda costa, cuando lo que veríamos estupendo sería admirarlas por cómo llevan de bien, y con dos narices, sus años, sus arrugas, sus quilitos de más, la energía volcánica de hacer cosas a pesar de la edad, de aparecer en las fotos con tu perrita en los brazos y que tanta compañía te hace ahora que te has quedado sola y los hijos se han emancipado, que el tiempo transcurrido y expuesto fue más que suficiente para mostrarse hermosas y que ahora es lo que toca, porque así las veríamos como mujeres fuertes y vencedoras y no como lo que son: vencidas. En fin…, creo que el tema no merece mayor reflexión. Que tengan un buen día.
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