Artículo publicado el martes pasado, 23/12/2014, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
PRESTAR AYUDA AL AMIGO
Pitágoras de Samos, filósofo griego, decia,“entre cien que te saludan amables, ¿habría uno que te prestase ayuda?” Y servidora de ustedes he de decir que tal pensamiento me produce no sólo tristeza sino una rabia que me cojo las vigas del techo. ¿Por qué? Pues porque me parece increíble que tal reflexión la haya creído tan cierta como que estoy viva y que pensara que los humanos, hechos a imagen y semejanza de Dios, hayamos optado todos por una actitud egoísta hacia nuestros semejantes necesitados, empeñados en la búsqueda de nuestro exclusivo bienestar, atrapados en este océano del YO más absoluto y sin dejar siquiera un espacio para la solidaridad.
Creo que ni son todos los que están ni están todos los que son y pienso que tal pensamiento le vino después de un ataque de hígado o de una petición monetaria a algún amigo que le negaría rotundamente tal favor, porque no es cierto que seamos tan insolidarios y que nuestros corazones solamente alberguen el estropajo de la indiferencia hacia los demás.
Oí hace un tiempo, en un conocido programa de radio, en la COPE, cómo el impulso humano solidario por una causa de salud en una pequeña niña, en una escala del uno al diez, sacó un quince. Las ganas de ayudar a quien desesperadamente pedía auxilio se quintuplicaban en los radioyentes, ofreciendo lo que económicamente podían, pero con tal vehemencia e interés que ponían los vellos de punta. Aquello fue una ola de solidaridad que verdaderamente me emocionó.
Millones de seres humanos que habitamos el planeta tierra estamos siempre dispuestos a ayudar en situaciones críticas, con la mayor transparencia y el mejor de los cariños hacia quien lo necesita: una respuesta humana en un mundo de humanos llenos de imperfecciones, pero siendo arte y parte de esta existencia agridulce que nos ha tocado vivir. Indudablemente, siempre habrá gente cuya estrechez de corazón no deja ver las necesidades ajenas mientras puedan dormir en un lecho de plumas. Pero afortunadamente son los menos. Así es que, como alguien dijo, “no es lo mismo un hombre sabio que un hombre sabihondo”, y don Pitágoras de Samos, hábil en el manejo de la palabra, creo que se equivocó con respecto a la humanidad. Que tengan un buen día y una feliz Nochebuena.
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