Artículo publicado hoy martes, 30/06/0215, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

PREPOTENTES

No cabe duda de que a veces la rabia se apodera de nuestras arterias cuando vemos y oímos a gente que emite opiniones cargadas de intransigencias, y sin un respiro para condescender hacia otras manifestaciones u otros conceptos de la vida y de las cosas, ni emplear el razonamiento, porque creen que se les desinflaría la pomposidad de la prepotencia y esto, amigos míos, ante personas de tan mal hábito que, como diría Yogui Raman, “la prepotencia, una vez adquirida, es imposible de borrar”, lo mejor es callar dejándoles con su error.

Hace poco tuve un breve encuentro con un camarada, poeta él, a quien llevaba largo tiempo sin ver. En nuestra charla noté que su espíritu continuaba quieto, encallado, con fija oposición a todo lo que yo expresaba sobre poesía (único tema que toca), a pesar de que en este terreno soy poseedora de muchos premios, incluidos el Primer Premio de Poesía Universo (“Garba”, año 1988), el Primer Premio de Poesía Tomás Morales (“Exhala una ceniza el violín”, año 1992) y el Primer Premio Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (“Quebranto”, año 2000) y él ninguno.

Hice esfuerzos por disimular mi malestar, pero al final, cerrados sus oídos a todo razonamiento, me concedí la licencia de optar por despedirme marcándole la distancia y dejándole en la embriaguez de su “superioridad poética intolerante”. Y francamente, liberada ya de su mirada hostil, que me observaba como un celoso mastín, se me estimuló nuevamente la respiración obligando a mi mente a ordenar mis neuronas, que ya necesitaban protegerse de él como un After Shave. Y es que de este tipo de personas prepotentes que sólo se oyen a sí mismas hay que huir porque no nos sirven para nada, que ya lo dice el refrán, “hilo que no da y cuchillo que no corta, si se pierden poco importa”. Y ahora uno de mis muchos sonetos para que, queridos lectores, me conozcan un poquito como poeta. A mi madre, en el recuerdo.

Como un puñal se clava esta locura

en mis cálidas sienes cada noche

como espina de hiel, flor de garloche,

como cuerno de toro de mihúra.

Como cuerno de toro de mihúra

en la fiesta final, dorado broche:

rasga el sol de la tarde en un derroche

de la sangre, pañuelo y calentura.

Hija conoce filo de cuchillo

cuando a la flor en solitario deja

muriéndose del verde más sencillo.

Se marchita la rosa y en mi queja

se estremece de amargo y de amarillo

tanto dolor inmenso que me deja.

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