Artículo publicado ayer, 03/11/2015, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LA EDAD SE LLEVA EN EL ALMA
Siempre he creído que la edad se lleva en el corazón y en el alma, y gracias a Dios, la duda al respecto no ha merodeado nunca por mi cerebro, ni sobre mi físico ni sobre el de mis amigas/os que me rodean, porque pienso que cada uno es joven a su manera con o sin arrugas, faltaría más, ya que, al menos para mí, lo importante es que se refleje en nuestras actitudes la cordura de la madurez y la suerte de seguir viviendo, junto a las ganas de disfrutar de la vida en este bello caminar, aún con luces y sombras, en la rueda de nuestra existencia.
Cuánta gente que conozco se queja del paso de sus años y en conversaciones lúdicas, entre amigos, esconden con vergüenza anécdotas de su infancia para no dar pistas sobre la edad que ahora su cuerpo aguanta. ¿Vergüenza envejecer? Tristemente para algunos/as el paso de los años es un castigo y huyen desesperadamente de ello sin darse cuenta de que es un acto irremediable y que como tal hay que aceptarlo. Claro que a ninguno de nosotros nos agrada hacernos viejos, pero envejecer no es un castigo sino un privilegio, y más aún sabiendo que la juventud dura menos que una pompa de jabón y que lo que hay de ahí hacia delante es simplemente vivir y luchar.
También hay gente con la inteligencia desaprovechada (tupida) que critica a fulanito y a menganita diciendo que tienen más arrugas que los pliegues de un acordeón o que ya están como las momias de la época de los faraones, sin ver más allá del carácter y sin conocer las vivencias de los criticados.
Y aunque los medios de comunicación nos acosen un día sí y otro también con el machacón anuncio de “una imagen vale más que mil palabras”, tendríamos que enviarlo a la región del olvido, porque es absolutamente cierto que el tiempo es oro y por lo tanto mejor sería invertirlo en alimentar mente y espíritu que, en definitiva, es lo más importante.
Decía Moliére que “tanto la fantasía como la alegría son una facultad del alma”, y benditos aquellos que llegan al final de sus días con esas facultades. Los otros, los criticones, hablan así porque inconscientemente creen que no les salpicará la ancianidad, pero me parece un pensamiento tan tonto como creer que tomando café te vuelves moreno. Igual es que tienen miedo a envejecer y ya se sabe que los que tienen miedo siempre golpean a los demás.
Pienso que este centro del control general del organismo que es el cerebro caduca como caducan los alimentos, y no es de recibo que “los inmortales” crean que es exclusivo de unos pocos no envejecer y que a ellos no les ocurrirá jamás, porque de aquí, con o sin arrugas, no escapa ni una mosca. Ay, Señor, qué cosas…
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