Artículo publicado hoy martes, 23/08/2016, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
ABUELOS ESCLAVOS
Que los nietos son una fuente de gozo nadie lo duda, y desde luego no soy directora de conciencia de nadie, pero es que a medida que me hago mayor y veo a tanto abuelo/a por la calle arrastrando cochecitos (cochitos) con bebé a unas horas donde podría estar en la playa tomando el sol o durmiendo una fortalecedora siesta, la indignación supera mi capacidad de comprensión y venzo la resistencia a quejarme de estos abusos saliendo, como hoy, en defensa de quienes siendo ya por edad y esfuerzos reyes en su trono, son vasallos de la insensatez de unos hijos egoístas que no piensan que para la pobre abuela/o supone una preocupación y una responsabilidad tener un niño a su cargo.
Por esto se me cae el corazón a los talones cuando veo a esos abuelos de hoy, quienes después de haber pasado por la batalla del vivir sin eludir responsabilidades, cumplidores con su deber ante Dios, la sociedad y la vida, y todo tan duro como un ataque de asma, no puedo entender cómo los hijos (más las mujeres que los hombres), jóvenes progenitores empeñados en laborar ambos fuera del hogar, implican en sus decisiones a unos padres que ya cumplieron con su deber dejando a sus retoños al cuidado de estos abuelos que ya vienen con el cansancio amontonado en los ojos y en el cuerpo, gastado el combate, apagados como desaparece una hoguera después de arder, y que lo que necesitan es paz, tranquilidad y libertad para salir y entrar de su casa cuando quieren y a la hora que quieren, sin ver interrumpidos sus días por el cuidado “obligado” de unos nietos que además de quitarles esa libertad los sumergen en una “imposición” moral que les limita el libre albedrío, y donde no tienen derecho al enfado y al pataleo por el abuso de sus hijos, insensibles y fríos como el mes de enero, llenos de egoísmo y con una actitud mezquina en la que no les importa ver en sus progenitores agotadas las energías e incapaces ya de cumplir con la crianza y educación de los nietos como hicieron en su plenitud con ellos.
Por otra parte, soy de las que creen que el mando que se tiene sobre los hijos no debe de acabar nunca, y que las razones para evitar abusos -dichas con afecto, respeto y cordialidad educada- pueden dejar en su sitio lo que nunca se debió mover. Que tengan un buen día.
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