Artículo publicado hoy martes, 29/11/2016, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
¡VERGÜENZA DE PAÍS!
(Ancianos desamparados)
Decía el apóstol San Pedro que “ningún hombre es una bestia: sólo los hay enfermos de corazón, de espíritu y de alma”. Y ya van tres las personas mayores que han fallecido en incendios en sus casas, relacionadas con la pobreza energética, porque en este país de vergüenza nuestro han bajado los salarios, las pensiones, las ayudas a la gente que no tiene recursos, etcétera, pero curiosamente han subido las tarifas de las energéticas que se siguen forrando mientras la pobre gente muere, y sin preocuparse lo más mínimo por la suerte de estos infelices porque ellos duermen en lecho de plumas.
A veces siento una rabia no contenida cuando leo tragedias sobre ancianos indefensos, con las fuerzas casi extintas como una derrota por sus venas, abandonados de una clase política que muestra con descaro que los ancianos les molestan como un grano de arena en un ojo, importándoles un rábano que las cicatrices del hambre zigzagueen por sus vacíos estómagos en ese ayuno obligatorio, que los cuerpos mueran en las calles o en sus casas estremecidos de frío, solos en sus abandonados hogares, colmados de aflicciones, desolados, solitarios, roto el calendario de sus días, con miedo a que les llegue la muerte sin aviso y que la terrible soledad y el desamor sean sus únicos compañeros, mientras ellos tienen la panza bien alimentada y les importa un comino que tal espectáculo sea un insulto a los ojos humanos.
La última y más triste noticia de esta semana pasada ha sido el fallecimiento de una anciana por una conflagración en su propia casa, culpa de una vela que incendió su cama. Sí, la fallecida usaba velas porque tenía la luz cortada y una de las velas cayó y le prendió el lecho donde dormía tiritando de frío. Se ve que las eléctricas pecan de determinada falta de sensibilidad y no porque se trate de este hecho concreto, sino porque con el corazón duro como una piedra se lo hacen a familias enteras con ancianos, niños y enfermos a quienes, sin compasión, les cortan la luz. Y qué risa, en el Parlamento se están peleando a paso de tortuga para ver quién hace la mejor ley para evitar la pobreza energética. ¿Cuántos años habrá que esperar para dar la tan ansiada solución? ¿A más muertos?
La tremenda desidia por parte de los gobiernos, que no son capaces de garantizar un mínimo al bienestar de sus ancianos y de sus niños (porque no olvidemos el nivel de pobreza infantil que desgraciadamente tenemos en este país), no merecen llamarse gobiernos demócratas, porque mientras la gente no tenga trabajo y no pueda pagar sus facturas no es de recibo que les corten la luz y los pobrecillos, que nada pueden hacer para solucionar su problema, se mueren por enfermedades agravadas por el terrible frío. Y mientras todo este triste panorama ocurre, las eléctricas se siguen llenando los bolsillos ¡con cuatro mil millones de euros de beneficios! ¡Vergüenza de país! ¿Dónde están sus conciencias? Y así continuamos con más recortes y los ancianos indefensos pasando fríos insoportables y hambre, porque las pensiones no les alcanzan ni para roscas.
Y encima los desahucios a estos seres humanos tan mayores, que de la noche a la mañana se encuentran con que no tienen a donde ir, y a los que la única solución que les queda es el suicidio. ¡Vergüenza de país! Pero lo peor es que estos políticos, que sólo tiene ruidos de palabras, están convencidos de que se están portando bien y de que acometen grandes hazañas dado el poder que tienen en estos momentos. ¡Oh, la, la, la vanidad…! ¡Hay que ver!
Pero la culpa la tenemos los mismos ciudadanos al votarles, porque para llevar un país deberíamos elegir no a un partido político sino a aquellas personas que tienen una conciencia limpia y sensible a la injusticia social, a las desiguales oportunidades de la vida en los seres humanos, a los que saben poner frenos a las ambiciones para enriquecerse fácilmente, a los que en el trabajo no les interesa la prisa sino la perfección y la honestidad, a los que desean hacer honor al país, a los que rechazan vivir de espaldas a las necesidades de sus conciudadanos, a los que se devanan los sesos para encontrar las mejores soluciones, a los que les duelen como una puñalada en el corazón los ancianos, los enfermos, los indigentes y los niños, a los que se preocupan por rebajar las hipotecas a gente que casi no llega a fin de mes y saben perfectamente que puede ser factible, a los que, en suma, entiendan lo que significa el ser humano y el valor de la vida. ¡Esos son realmente los políticos a quienes deberíamos elegir! Que tengan un buen día.
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