Artículo publicado ayer, 15/02/2011, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
CONDUCIR BEODO
Es terrible que haya gente inconsciente que llevando en el cuerpo una animalada etílica, se atreva a conducir un coche sin pensar en las nefastas consecuencias que le pueda acarrear tal acto. Pienso ahora en esas dos jóvenes vidas (Carlota y Javier, pareja, de 18 y 20 años, ella hija de los actores Toni Cantó y Eva Cobo), vidas rotas, víctimas de un loco conductor borracho desaprensivo (y de verdad que lo siento por él y su familia), kamikaze causante de un lamentable y trágico accidente ocurrido en este mes de febrero. Con un conductor más que ebrio (quintuplicaba el índice permitido de alcohol), creo que no hay argumento que valga para que nos pueda convencer de tamaña irresponsabilidad, porque él era consciente del alcohol que había ingerido, y que en su estado, en cuestión de segundos, podía perder el control del volante. No es un crío quien embistió y segó las vidas de estos jóvenes llenos de ilusiones y proyectos, es un hombre de 41 años imprudente, temerario, con la influencia perniciosa del alcohol y seguramente una vida insatisfactoria que tensó excesivamente la cuerda de la inconsciencia, poniendo en peligro incluso su vida de forma insensata.
Y me refiero a este tipo de jóvenes con falta de luz cerebral, que prefieren el botellón y más marcha loca que la placidez de una charla con buenos amigos, con o sin música, pero con equilibrio. Pero ya se sabe que los consejos valen poco cuando no se desea recibirlos. Y no basta ahora con llorar la tragedia (siempre una carga demasiado pesada de llevar) porque las lágrimas, que son el sentido más claro de los sentimientos, no arreglan nada ni resucitan a las víctimas: hay que encontrar la solución para controlar estos desmadres, ¿pero a quién pedimos cuentas?
Creo que el perdón conduce siempre a la paz, y Toni Cantó en su desgarrador comunicado nos dio una lección perdonando al ebrio conductor. Afortunadamente tengo la certeza de que la muerte no existe y que sólo es una transición a otro lugar maravilloso, pero todo a su tiempo porque aquí, en la Tierra, sólo se vive una vez y nadie tiene derecho a destruir la vida y las esperanzas de los demás. Faltaría más.
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