Artículo publicado hoy martes, 03/05/2011, en el diario La Provincia/DLP


                                            DE TODO UN POCO

Donina Romero

                                             NIÑOS TIRANOS

Los niños de hoy están dotados de un sexto sentido para darse cuenta del lado débil de sus padres, y manifiestan sus caprichos con la pataleta porque han aprendido a utilizar la coacción, y no desperdician el uso del temor para hacer estallar su cólera y así conseguir sus propósitos. Andaba servidora merendando con mi beatífico esposo en una de las terrazas del Monopol, y cerca de nosotros una joven madre con su pequeño hijo de unos cinco años, un chiquillo revoltoso que no paró de gritar reclamando su merienda. Cuando le llegó el piscolabis, lo primero que hizo fue derramar, sin querer, el refresco y ponerse a chillar reclamando uno nuevo.

La madre, suave como el Mimosín para la ropa, caía en blando sobre aquel tirano malcriado, acariciándole la mejilla para calmarle, pero muy al contrario, el crío manifestó su malestar y su rechazo devolviéndole tortazos a su progenitora con tal rabieta que parecía una explosión de dinamita. Yo deseaba mantenerme fuera del alcance de aquella discusión entre madre e hijo, pero como siempre voy de Quijote por la vida, sin meditarlo dos veces y en un intento de resolver aquella batalla que estaba perturbando mi paz y mi tarde de merienda, intervine increpándole al niño su feo comportamiento y esperando que se le apagara su vehemencia; pero cual sería mi sorpresa cuando el chiquillo, con vivo temperamento, se me acerca y me infiere un fuerte manotazo en un brazo, manifestando con ello su hostilidad hacia mí.

En la segunda intención detuve su agresión con rapidez, frenándole la mano, pero él, haciendo caso omiso me dirigió verbalmente un no sé qué irascible, regresando a su mesa y exigiendo de nuevo su refresco. La madre, con visible falta de autoridad, sin querer ponerle remedio a la situación y acostumbrada a las órdenes del hijo, pidió de nuevo el refresco mientras con ternura le arreglaba el flequillo y le ayudaba a comerse el sándwich. Pensé en «la ley de los derechos del niño» y exigí mentalmente «la ley de los deberes del niño», porque a este paso estos pequeños dictadores serán los maltratadores de su futura familia, si no se les da un buen cachetón a tiempo. Hay que ver…

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