Artículo publicado el martes pasado, 29/11/2011, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LOS PRESUNTUOSOS
La presunción, la fanfarronería es una deficiencia, una carencia de seguridad en el individuo que lo priva de lucidez y hace que lo convierta en un hazmerreír, sin percatarse de ello dado el alto grado de engreimiento. Recuerdo que allá por los años sesenta, conocí a un chico fortachón y fantasmilla, con más espaldas que una sábana camera y unos bíceps como gibas de camello, que creía que por tener tan desarrollados los musculitos las chicas caían sobre él como las moscas en la miel, y no le cabía en su vacua cabeza que hubiera algunas jovencitas (pipiolillas) a las que aquellas venas hinchadas como macarrones les importara un pito. Y entre esas señoritas estaba servidora, que no soportaba a los hombres “cachas”, aunque estuvieran forrados de euros (duros y pesetas en mi época). Un día ese chico que se creía tan interesante, muy farruco (echón o echador) me invitó a bailar seguro de que iba a caer rendida a sus pies, pero servidora (que decían que era muy mona, y tenía muchos pretendientes) rechacé la invitación con un educado, “gracias, pero no me apetece”, lo que le sofocó más que estar bajo el día más caluroso del año. Pero él, con cierta ira en aquella cabeza que no filtraba bien, me espetó, “no te preocupes, que algún día tú me lo pedirás a mí, nena”, creyendo que me iba a cortar como un programa de lavadora corto y frío.
Afortunadamente han pasado más de cuarenta años y nunca necesité pedirle que bailara conmigo (ni a él ni a ningún hombre), y no creo que el “cachas” lo pida ahora a ninguna mujer, porque los macarrones se le han convertido en tallarines y los bíceps se le han quedado tan finos como una tela de organdí. Y tampoco creo que ese cuerpo tenga ya remedio, porque sería más difícil que conservar un toldo de muchos años al sol en buen estado. Y es que a los presuntuosos de cualquier tipo, los caminos no siempre los conducen a donde quieren ir, y deberían meditar que es mejor ilustrar su cerebro de humildad porque, como al “sábana camera”, les puede salir el tiro por la culata y escuchar lo que no desean, como dice el refrán,”el que presume y dice lo que quiere, oye lo que no quiere”. Que tengan un buen día.
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