Artículo publicado hoy martes, 21/02/2012, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

Pobre Urdangarín

Alguien dijo que “no basta con saber vivir, sino que también hay que saber morir”, y tristemente me temo que al pobre de Iñaqui, después de vivir a lo grande y rodeado de lujos y atenciones, le van a faltar arrestos para soportar todo lo que se le viene encima ya que no podrá superar no sólo la presión a la que está sometido sino ser para siempre el lado oscuro y vergonzante y la mosca cojonera de la familia real española. ¿Era feliz este hombre acumulando tanto dinero, deseando cada vez más y más? Ante la imperfección humana, el gran pensador Epicuro solía decir, “¿quieres ser rico? No te afanes entonces en aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”. Y ahí considero que se halla el punto para ser feliz o medianamente feliz, porque nunca se es del todo.

El Urdangarín, con un poder de seducción especial y una oportunidad social llovida del cielo, por su presunta desmesurada ambición se encuentra ahora como un conejo asustado en su madriguera, cautivo de sus funestas acciones y rehén de sus errores al no considerar ni valorar lo que tenía (que era mucho: esposa, cuatro hermosos y sanos hijos y el más alto estatus social que nunca pudo soñar) como la riqueza más grande a la que debió conceder la mayor importancia. Adicto al dinero su audacia lo perdió, pero la verdad es que siento pena por él, aunque también entiendo que él solito emprendió el camino de su propia destrucción comportándose más terco que una mula sin querer escuchar que lo que hacía estaba mal y era peligroso, sin reflexionar que el engañador debería pensar siempre que alguien más listo que él lo descubrirá, sin pensar que la honestidad en todo es la mejor política, porque se creyó impune por estar casado con la hija de un rey, porque además se sentía admirado por todos aquellos aduladores que le daban palmaditas y que seguro hoy le dan la espalda y no desean saber nada de su persona. Pobre Urdangarín. Lamentablemente no siempre se tiene buena suerte, y en este caso el “yernísimo”, además de emplear la ignorancia, desconocía las sabias palabras del militar francés Joseph Joffre, quien con gran sabiduría dijo, “la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana”. Ay, qué pena, penita, pena…

Sumario: No siempre se tiene buena suerte.

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