Artículo publicado hoy martes, 07/08/2012, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
A TODOS NOS GUSTA CANTAR
Hace un par de sábados, estábamos un grupo de amigos, unidos como piojos en costura por una amistad de tantos años, disfrutando de una estupenda barbacoa (asadero) y todos anexionados y ayudando como podíamos a los anfitriones. Éramos toda una camarilla divertida y distendida, saboreando el descanso del fin de semana, pues ya sabemos que el exceso de trabajo reciente la salud. De pronto Gustavo (nombre ficticio pero persona real), como siempre inquieto (rabo de perinqué) y servicial como el que más, en un gesto generoso se ofreció a ir a la cocina de los invitadores a traer otra bandeja de chuletas para seguir asando. Y no es que mi amigo Gustavo quiera ser siempre el berro en el potaje, pero lo consigue sin saber él mismo cómo y termina siendo protagonista como la cortina de una ducha. De su alegre carácter querría trazar algunos rasgos pero el espacio no me lo permite Y continúo.
Contento como unas pascuas, la voz de barítono frustrado salía por la ventana de la cocina mientras cumplía su diligencia a gusto. Y echado para alante como es, apareció en el jardín cantando a grito pelado y creyéndose un Plácido Domingo (aunque era sábado bullicioso), “¡Ay, Jalisco, no te rajes!”, mientras con una mano sostenía la enorme bandeja de chuletones y con la otra un perol (caldero) con patatas hervidas (papas sancochadas). Aquella falta de equilibrio peligraba como cuando no se respetan los pilares de la estructura de una casa, así es que con su andar andorrero y en un tristrás, tropezó con algo que lo zangoloteó y aún intentando controlar el equilibrio, en un visto y no visto, mientras se echaba el último agudo de la canción mejicana, vimos las papas volar como palomas por los aires, las chuletas cayendo como pedruscos (teniques) sobre el césped y a Gustavo en el suelo caído de boca y con gran calentura diciendo, “¡la encharqué por tolete, la encharqué!”, mientras tras el macanazo se veía más feo que la culpa y amargado como si le hubieran hecho una abolladura en su coche. Y es que ya lo decía mi abuela, “el que mucho abarca, poco aprieta…, y es mejor hacer una cosa bien que tres mal”. Ay, señor, qué cosas…
Sumario: ¿A quién no le gusta cantar alguna vez o tararear ciertas melodías?
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