Artículo publicado hoy martes, 15/01/2013, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

OVEJAS Y LOBOS

Siempre he creído, y sería tonto no pensar así, que sonreír, reír y navegar por el mar de la alegría es una buena medicina para el alma, y en contra, adquirir la seriedad del burro es un mal hábito que nos perturba el espíritu, y ya sabemos que el hábito, sea de la índole que sea, puede llegar a ser o el mejor de los sirvientes o el peor de los amos. La vida es breve, muy breve, y para caminar por ella con felicidad existe una buena regla que es conservar el corazón un poco más blando que la cabeza, o sea, tomar la decisión de no manifestar contrariedades, intentar sintonizar con todos, enterrar el hacha de guerra con más de uno, avivar el interés por los demás, dejar a un lado los gestos autoritarios, zanjar discusiones que no llevan a nada, no dar el coñazo a nuestros amigos con nuestros problemas, no reprochar nada a nadie, evitar que nos vean metidos en nuestra concha, tener siempre una leve sonrisa de indulgencia hacia los errores de los otros, no decir lo que nos viene en gana, intentar no tener desacuerdos en las opiniones familiares o de amistad…, y así un larguísimo etcétera donde es fundamental respirar el oxígeno necesario para que nuestras células funcionen a pleno rendimiento, y que la rabieta, la impaciencia o la prisa por defendernos no nos eche a perder el intento de humildad y alejamiento de problemas.

Mientras hablaba de todo esto a mi nieto Pablo (Blosky para mí) abrigaba la esperanza de que fuera capaz de entenderme y tomar en consideración mis consejos, a pesar de sus once añitos, pero escuchándome empachado de toda esta retahíla de cosas y escondiendo su asombro como un conejo en su madriguera, me espetó rápido como es en sus reacciones y con toda tranquilidad, “pero actuar así con los demás es no tener personalidad, ser una persona tonta o un pelota, ¿no?” Por las barbas de Neptuno que no necesitó más palabras para decirme que no estaba dispuesto a ser una oveja entre lobos, y que reír sí, y disfrutar de la vida por el mar de la alegría también, pero poniéndole los puntos sobre las íes a quien haga falta. “Chapó” por él.

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