Artículo publicado hoy martes, 08/10/2013, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
ALGUNOS MACHITOS
(y algo sobre la escultura que tapona Triana)
Antes de pasar a mi artículo de hoy, quiero decir que veo con agrado que después de mi comentario en una de mis columnas, hace un par de semanas, sobre quitar la enorme escultura que vergonzosamente oculta nuestra calle Mayor de Triana, el Excelentísimo Ayuntamiento ha decidido girarla un poco para dar cierta visibilidad a nuestra importantísima vía, pero no es suficiente: Triana continúa sin verse y León y Castillo igual. La escultura ya tiene que ser trasladada a otro lugar, sean rotondas o parques, que es donde le corresponde. Y no soy yo sola quien piensa así, porque después de mi primera protesta han sido y son muchos los ciudadanos que me demuestran su irritabilidad por tal desaguisado, pidiéndome que insista en que de una vez por todas sea desplazada de este lugar que de ninguna manera le corresponde. Y quede claro que nada tengo contra la escultura y su creador, pero pienso que para cada cosa hay un sitio y un sitio para cada cosa.
Y ahora a hablar de ciertos machitos. Corre un chiste por ahí donde un empedernido fumador se acerca a un quiosco a comprar una cajetilla de tabaco topándose en la misma con un cartelito bien vistoso que dice en letras grandes y negritas, “fumar produce impotencia”. El hombre lo lee y relee hasta que, decidido, le dice a la quiosquera ofreciéndole de nuevo el paquetito recién comprado, “-¿Le importaría cambiármelo por uno de los que producen cáncer?”. O sea, que afronta casi con entusiasmo que le venga la fatal enfermedad con tal de no querer enterarse de que su ritmo sexual, tragándose tal veneno, le encallará aquello que pensó que jamás de los jamases perdería y donde ya nota con preocupación que tal “deporte” viene encontrando en su práctica escollos como un atasco de oxígeno.
La antaña ebullición de los años jóvenes se acerca a la derrota total y el hombre no está dispuesto a creer que la cosa ya no le dará más largas, así es que persistentemente y aprovechando los últimos estertores de sus partes bajas que ya han llegado a su límite, prefiere que le dé el sarcoma antes que perder irremediablemente “la flor de la rubilubina”, a pesar de que es consciente de que un día u otro le caducará como caducan los alimentos o los productos cosméticos. Parece ser que para algunos machitos entrar en las garras de la vejez, con todo lo que sexualmente esto conlleva, les produce una belicosa furia con ellos mismos al sentirse prisioneros de su intemperancia, de sus deseos voluptuosos, pero con la esperanza decepcionada y la resistencia a creer lo que irremediablemente ya se les viene encima.
Y digo yo que ese apetito de la condición orgánica de los hombres, de esa diferencia anatómica con respecto a las mujeres, deben dejarlo olvidado cuando los muchos años llegan al body, para intentar buscar la salud (sin tabaco, por supuesto) que, a fin de cuentas, es lo que realmente les debe importar. Como diría el escritor Mario Pomilio, “ay, la torpeza de la humanidad…”. Que tengan un buen día.
Página consultada 818 veces