Artículo publicado ayer, 06/04/2010, en el diario La Provincia/DLP


                                          DE TODO UN POCO
Donina Romero     
                                      VIVIR DEL OTRO MODO
   Leí la semana pasada cómo tres chicos adolescentes, alocados y drogatas perdidos, pretendían matarse para así conocer qué había detrás de la vida, sus jóvenes vidas, atrapados en la seducción ¿? de encontrar un más allá que les ofreciera algo más de lo que habían hallado en esta vida terrenal y que ya les provocaba aburrimiento. El suceso me recordó una película donde una pandilla, no tan adolescente y además universitarios, intentaba hacer lo mismo pero con hechos espeluznantes. Alguien, seguramente una mano amiga, rescató a los primeros adolescentes de tal locura y afortunadamente hoy continúan en el mundo para poder contarlo. Vivían a tope y ya nada les atraía (qué horror), así es que en un salto sin red intentaron el juego peligroso de suprimirse del planeta tierra con la esperanza de encontrar… nuevas y variadas diversiones: una caprichosa visión y un deseo impaciente difícilmente digerible para los que amamos la vida, aunque a veces sea agridulce y nos enfrentemos a ella en una actitud combativa.
   Y es que lo malo de vivir a tope (y hablo de los drogadictos) no quita que el destino decida intervenir antes de tiempo y convenza a las energías para que vayan abandonando a ese cuerpo joven que solamente existe para eso, para vivir a tope. Lo extraño es que este tipo de gente (que no es capaz de enmendar su comportamiento a pesar de ver tan cerca el peligro) no se dé cuenta de que con ello su aliento vital disminuye y la onda de esas energías comienza su viaje al más allá, acelerando la medida del tiempo de sus vidas.
     Quizá sea que por mi lógica imperfección humana no llegue a entender este modo de vida, pero creo que lo más hermoso de este regalo que es la vida está para vivirla con alegría y gratitud, sin tempestad en las obras ni en las palabras, con la mente sana, un toque de humor y disfrutando de ese manantial de deseos, estímulos y  experiencias tan humanos, porque vivir del otro modo (con la velocidad de un ventilador puesto al máximo) me parece más difícil que un doble salto mortal a lomos de un caballo desbocado. Y es que parece ser que cuando a estas personas les entra el veneno de la droga en la sangre viven las desordenadas pasiones, necesitan siempre una pandilla para cometer excesos en todo, el libertinaje lo camuflan de libertad, no se atienen a ninguna regla con ese proceder insensato, y con sus irreflexivas actitudes e imprudencias su seguridad física corre auténtico peligro, aunque para ellos sea “el Paraíso” y el desatino no tarde en destruir el cerebro más lúcido. Y ahí está la prueba: intentando un absurdo suicidio que les suscitara entusiasmo en el momento de la terrible acción, con la esperanza de encontrar mejores vicios al cruzar la línea. Hay que ver. Pero aún así yo creo en los milagros, y en que nunca es demasiado tarde cuando se tienen buenos amigos que extiendan una mano y den muestras de afecto e interés.
   No creo en los amigos que sólo están para las flores y los cortejos fúnebres, pues la auténtica amistad no es para predicarla sino para practicarla y en estos casos hay que demostrarla. Siempre se ha dicho que una vida está totalmente marcada por el destino y yo añado mi visión personal a este pensamiento, y es que aunque este tipo de casos se dé, hay que creer en los milagros y en que existen callejones con salidas, siempre que haya voluntad para ello y buenos amigos, claro. Decía William Blake que “el hombre que afirme que los milagros ya no ocurren, aparta de sí mismo la posibilidad de ser testigo de alguno”. Y aunque el sol es el mismo para todos, algunos viven la sombra de tan grave e inquietante problema esperando, quizá, el milagro de esa mano amiga…  Así es la vida, amigos míos…

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