Artículo publicado ayer, 21/04/2009, en el diario La Provincia/DLP

                                    DE TODO UN POCO
Donina Romero
                          UNOS NACEN CON ESTRELLA…
                                       (y otros estrellados)
Voy a intentar separar la anécdota de la realidad, porque la anécdota que les contaré es para hacer reír y la realidad es algo más serio, que puede dar incluso sacudidas al corazón cuando éste se siente incapaz de sostener la mala suerte que a muchos seres humanos desafortunados les ha tocado vivir y a quienes, sin ningún motivo aparente, se les desespera la esperanza de no acabar al menos sobre la mesa de un médico forense. Y es curioso y extraño a un tiempo que haya personas a las que todo les va bien en una vida llena de colorido, y a otras en cambio les gimen los huesos aún siendo jóvenes y sin entender el por qué de su destino. No lo entiendo, porque parece como si un detector de láser localizara a estos últimos eliminándoles la suerte y a los otros se las iluminara.
    Pero tomándome muy en serio lo anteriormente dicho, paso a relatarles esta simpática anécdota que oí a mi amigo, el joven carpintero del sur de la isla, Salvador “el garepa” (en otras ocasiones ya les he hablado de él), en un diálogo con su vecino, el albañil Ignacio Vizcaíno (nombre y apellido ficticios), sobre la mala suerte del cuñado de este último.
    Decía Ignacito Vizcaíno, “pero vaya mala suerte la de mi cuñao Manué, que se salió con el coche de la carretera, aunque salió ileso, pero se partió el perolé y lleva con muletas seis meses y un día…” Respondiéndole Salvador, “¡qué desagerao sos tú también, Inacio! ¿Acuáslo es eso de seis meses “y un día?” Ignacio-.”Es que no me has dejao acabá, Salvadó, porque te diba a decí que p’a más recochineo un día de estos atrás, se cayó por las escaleras de la azotea y se ha partío el otro perolé”. Salvador-. “La verdán es que Manué es un ejemplo de buena persona, pero ha tenío mala suerte p’a to, el pobre, y no es porque tenga la inteligencia tupía, porque listo es como un rayo, pero lleva la mala suerte arriba las espardas”. Ignacio-.”Oh, ¿me lo vas a decí a mí, si el año pasao fue a pescá p’a la playa del Hombre y se enriscó por un acantilao, y hasta un halicótero y to lo fue a buscá y abajaron hasta con sogas p’a cogeslo?” Salvador-.”Porque ya te olvidaste de los dos accidentes de amoto que ha tenío. El primero fue con un choque frontá con un camión de tomates, que ahí se le dislocó la columna invertebrá y por eso camina de lao, y se facturó el tobillo, que por eso nunca sabe aónde pone el pién…” Ignacio-.”Y el otro fue el día que diba en el amoto cuando lo cogió un “Vorvo” por atrás, y del taponazo lo mandó por los aires y subió y subió…, que ni se le vía allá arriba”. Salvador-. “Lo pió fue que como la mujé diba de paquete, el “Vorvo” la estampó y se la esperrifió toa, como un queso tiesno, y como estaba baja de defensas se fue p’a las plataneras en lo que el gato se arranca un pelo del bigote”. Ignacio-. “Y ahora anda el hombre buscándose una buena mujé p’a una relación estable, y me ha dicho que iguá con tu hermana Concha…, que está soltera y es buena mujé, podía tené un porvení”. Salvador, que en ese momento cortaba un listón de madera con la medida que servidora le había pedido, paró en seco el trabajo y dirigiéndose a Ignacito con cara de pocos amigos le espetó, “¡¡ni tocasla!! ¡A mi hermana Concha ése ni tocasla, porque con lo gafe que es, se casa con mi hermana y el mismo día de la boda se atraganta con una pipa de albaricoque, la palma y nos encharca la fiesta! ¡Ni tocasla!” Y es que, a veces, las personas se dejan dominar por el miedo cuando a alguien que tiene cerca la suerte no le favorece o le abandona. Y digo yo que tampoco es eso, porque aunque el comportamiento humano siempre tiene un componente emocional y defensivo, todos tenemos derecho a una oportunidad, por muy gafe que se sea. Faltaría más.

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