Artículo publicado ayer en el diario La Provincia/DLP


                                      DE TODO UN POCO
Donina Romero
                         EL BOSTEZADOR DE REUNIONES
         Es curioso cómo el bostezo, ese gesto bucal que todos hacemos en algún momento del día, puede resultar un síntoma de cansancio, de sueño, de aburrimiento o de lo que sea, y disculpable si lo hacemos en soledad, pero siempre una mosca cojonera para quien lo observa, pues entre amigos, por ejemplo, el bostezo del otro congela las ganas de contar un chiste, de refrescarle a la memoria los recuerdos (los racimos de boquedades de el de enfrente nos hace parecer un charlatán de feria), se pierde el buen humor, interrumpe el hilo de la risa y nos coloca en una reacción hostil hacia el bostezador que no se da cuenta (o sí) de que de pronto le separa una barrera de los demás que, con los nervios en tensión al verlo, de buena gana le propinarían un cogotazo a ese obstinado en su oscitación que se empeña en que los demás contertulios recojan velas y rompan filas hacia sus respectivos hogares. O sea, que estos tipos, de hábito “nocivo”, que pierden la compostura en público son más cruz que comer con moderación.
         Y es que esta clase de espiración sin ceremonias  es contagiosa como el sarampión, y basta una ligera expresión palatina de alguien para que asalte a los demás como una marejada o toque de silbato. ¿Ven? Ya estoy bostezando, y seguro querido lector que, en estos momentos, está usted siendo incapaz de controlar el ansia de bostezar que se le está viniendo a la boca y quiere estrangular ese boqueo sin reparos. Pero es que a los deseos de esa acción casi amigdalar no se escapa nadie, y aunque se hagan esfuerzos por disimularlo el bostezo corre como un cohete (volador) hasta llegar a la boca que, llena de regocijo, le testimonia su afecto no obstante con el peor de los modales. El bostezador de reuniones, carente de discreción, siempre despierta las sospechas de los demás (que están dispuestos a darle un capón por aguafiestas y malasombra), pues saben que el personaje en cuestión con tal acto está dándole expansión a su aburrimiento y dándoles “puerta” a todos los presentes, sin importarle que la frecuencia cardiaca de los amigos aumente rápidamente por su osadía.
         Y digo yo que en lugar de continuar en la reunión estos señores (que creen que se les ha extendido un certificado de “bostezador oficial”), quietos como un poste y en su rostro la expresión de su tedio, por qué no cogen la puerta (carretera y manta) y se mudan ellos solitos a su casa a dormitar y dejar a los demás alargar la fiesta, la velada, el sarao, sin tener delante a esos mormos defensores a ultranza del bostezo que nos atrapan en sus redes y nos absorben la alegría como un árbol el agua. Y no crean, queridos lectores, que es esto asunto baladí, nimio, trivial, porque estos “mortajas” -desesperantes como un teléfono que no funciona y tan imposibles de amenizar una reunión como echar humo por las orejas- deberían tener marcada la hora de recogerse en su home y boquear allí lo que les venga en gana. Pero como alguien dijo: “nacer dama o caballero es un accidente, morir siéndolo, un logro”.
         Y dándole un giro brusco al tema, pero sin enterrar el hacha de guerra contra los bostezadores públicos, ¿qué me dicen de los que se cuelan (colones) a la entrada o en las filas de las taquillas de los teatros, cines, supermercados, etcétera, disimulando y haciendo ver que andan metidos en su concha, más falsos que una sartén de cartón, pero intentando meterse delante como un conejo en su madriguera? Los puntos sobre las íes para quienes con estos gestos nos exasperan. Pero mañana será otro día y ya les contaré, porque ahora me asalta el deseo de un bostezo y no es cuestión de dejarlo escapar pues solita, acurrucada en mi sofá y cubierta por una mantita nórdica, tal acto me sabe a mordisco del sol de media tarde. Bostecen conmigo y verán qué relajaditos nos quedamos. Venga: uno, dos, tres…, ya. ¿Ven que fue estupendo?  Que tengan un buen día y que Dios me los bendiga, mis hijitos…
 

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