Artículo publicado ayer martes, 08/04/2014, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

MIRAR ES GRATIS

(En tono de humor)

En alguna ocasión les he contado las peripecias de mi amigo Salvador, “el garepa”, un joven carpintero del sur de nuestra isla que no tiene reparos (papas en la boca) para hablar y decir las verdades del barquero a quien se le ponga por delante, porque a sincero no le gana nadie. Me contaba hace poco que su tía Carmela (además madrina de Confirmación) está derrotada, amarga y más triste que un cementerio porque su marido (albañil y físicamente un ropero de cuatro puertas abierto, que además habla mejor que un pájaro palmero) ha desviado los ojos de su persona para comerse con la mirada a las jovencitas de buen ver, y anda el hombre duchándose todos los días, aromándose con agua florida y retocándose a diario el bigote a lo Clark Gable.

La pobre tía Carmela se queja de haberle dado su juventud y de que él se la haya bebido como si fuera barra libre, de ser la hucha de su bolsillo, de cuidarlo cuando le viene un lumbago y ponerle cariñosamente bolsas de arena caliente en la zona lumbar, de desenchufarle el termo eléctrico cuando va a bañarse para que no se electrocute, de darle todas las mañanas una cucharada sopera de aceite de oliva tibio porque es muy estreñido y, en ese acto, las lágrimas le ruedan como altramuces (chochos) por la cara…, de haberle curado los ojos el año pasado cuando le entró el polvo del siroco y él se los frotó con los dedos con restos de la gasolina del mechero…, y que ahora, desagradecido y engañándola con los ojos, mira con deseos libidinosos a cualquier jovencita que se le cruce por delante, y hasta a una escoba que se ponga un traje va detrás de ella con la mirada.

Y mi amigo Salvador, viendo que su madrina no sabe enfrentarse al problema, quiso tranquilizarla con estas palabras: “Mire, “tití” Carmela, cójalo con calma, que p’a tres días que vivimos… Su marío lo que tiene ahora es un cartucho de boberías bobas porque se le está diendo la edá, va patrás como los burros de Agaete y está asustao de que está perdiendo la varonía, y no quiere tenesla en entredicho. Y como está rondando el medio siglo, encomencipia a soñá en tené una aventurilla amorosa de na. Asín que no le jaga caso, pero no lo mime tanto y póngalo una semana seguía a caldo-macho, y ya verá como la oveja vuelve al redí”. Pero por lo visto la tía Carmela aún no se ha llenado de valor y ahí sigue, llorando como una Magdalena, pero sin ponerle remedio al asunto y esperando que el ropero de cuatro puertas abierto se convierta, de la noche a la mañana, en monje místico, cosa que estoy segura será imposible.

Y como me dice “el garepa” con toda su razón, “tampoco hay que desagerá, que mi tía Carmela está amulá como si ya el marío le viera puesto más cuesnos que un saco caracoles, y lo único que ha jecho el hombre ha sío mirá, que los ojos siempre son niños y mirá es gratis”. Y añado yo que sí, que si sólo es mirar no hay que exiliar a un marido a la isla de Perejil, ni tampoco buscar complicadas explicaciones a algo tan humano. Y que hay que entender a los hombres porque son como criaturitas, y es natural que les baile el ojo, porque mirar jovencitas para ellos es siempre un regocijo, y si no, a ver a quién le amarga un dulce. Faltaría más. Al menos yo lo canalizo de este modo. Que tengan un buen día.

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