Artículo publicado ayer martes, 11/02/2014, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

¿POR QUÉ NO TOP-MODELS RELLENITAS?

Los tiempos han cambiado que es una barbaridad, porque aún recuerdo que en mi época de jovencita se llevaban las chicas rellenitas, y servidora, que medía uno setenta y dos y pesaba cincuenta y dos quilos, era la obstinación de mi santa madre que para que engordara me invadía el cuerpo de vitaminas de farmacia además de hacerme tragar unas ralas de nogal con gofio y miel porque “decían” que hacía crecer el pecho (todo un cuento). Y ahí andaba servidora con mi naturaleza de tollo luchando con mi santa madre en aumentarme la masa corporal. ¿No se ha dicho y oído toda la vida que el cuerpo de una mujer es como el de una guitarra? ¿Cómo es que ahora se fumigan esta opinión y sólo quieren verlas como voladores “rabúos”? Un amigo de mi hijo con gran sentido del humor, dice siempre que dónde están metidas esas maravillosas mujeres modelos de las revistas, pues no se ven nunca por las calles, y que le da la impresión de que después de hacerles las fotos las matan. Yo no es que crea que las maten, pero sí que verlas por la calle es más complicado que encontrar un alfiler en la arena.

Y es que a pesar de las discusiones y polémicas suscitadas en todos los medios de comunicación sobre la anorexia y la bulimia, aún continúan las jovencitas de hoy deseando ser más protagonistas que una vitrina con luz interior al querer parecerse a estas top-models escuálidas, casi desnudas de piel y con un aspecto más frágil que el cristal, sin que hasta ahora nadie haya puesto freno a esta barbaridad y continúen atrapadas en el vértigo de la seducción y de la depresión que, al fin y al cabo y en este caso, es una inmersión voluntaria por esta esclavitud y servidumbre a la que se ven sometidas y de la que reclaman el asombro y el aplauso de un público y unos diseñadores que les intoxican la mente y que deberían reconsiderar este concepto de la belleza actual.

En definitiva, que ser una top-model es una meta que no vale la pena alcanzar, porque la vida es muy hermosa y no merece cercenarla con ese bisturí certero de mortificaciones por obtener la aprobación de todos y para estar más bellas: un desafío a la muerte, un estar al borde del precipicio. De todos modos (y esta es una reflexión subjetiva) soy de las que piensan que no debemos juzgar la casa por su hermosa pintura sino por lo que tiene en su interior, y me temo muy mucho que estas top-models (sin dudar de que sean buena gente) no pelean con tenacidad por adquirir cultura ni hacer una carrera universitaria, sino que simplemente y con cierta tendencia hacia la histeria con tantos viajes y la obligación de estar delgadas, acabarán frívolas y sólo como figura decorativa de elegantes salones, cosa que a la larga dura poco.

Viene esto a cuento porque hace poco una de estas señoritas se ha retirado definitivamente de las pasarelas porque dice -entre otras cosas- que con tal profesión ha tenido más problemas que bañadores, que le ha cambiado el carácter y se le ha puesto de mal tabefe, que ella quiere ser normal, comer de todo como cualquier ser humano y vivir despacio y no corriendo como el carrete de una máquina de coser, lo cual me parece estupendo y un ejemplo para estas chiquitas que sólo desean triunfar a toda costa aunque la vida se les ponga más difícil que un sofá lleno de cojines y sin lugar para sentarse. Ojalá que estos códigos de lo fashion espagueti pasen pronto de moda y veamos por las pasarelas del mundo modelos rellenitas como canelones porque comen con gusto un buen solomillo con salsa de tuétano, con rostros alegres y no como ahora: huérfanas de expresividad porque se les está devastando el organismo. Qué mundo éste…

Página consultada 811 veces