Artículo publicado el martes, 22/02/2011, en el diario La Provincia/DLP


                                         DE TODO UN POCO
Donina Romero
                               DIETAS: UN JUEGO PELIGROSO
Decía Miguel de Cervantes, “come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Lo que más o menos venía a decirnos que almorzar mucho y exagerarlo en las cenas (pegarse embostadas), puede llegar a ser más peligroso que una lata de conservas caducada. Y aunque ésta es una reflexión subjetiva, no descubro nada nuevo si digo que sin comer pereceríamos en muy poco tiempo, porque el cuerpo necesita de su alimentación diaria para disponer de energía y vitalidad y así obtener unos huesos fuertes, para la formación de glóbulos rojos y células del sistema nervioso, para mantener el tono muscular, etc., porque con poco alimento nos quedaríamos tan frágiles como una mampara japonesa de papel de arroz, y no creceríamos como una planta abonada.
A todos nos gusta comer y sentir el depósito lleno, pero hay que ponerle freno a la gula porque nos puede hacer esclavos de ella, del mismo modo que dejando de comer por la línea se tiene todas las de perder. Nunca entenderé cómo se puede dejar de comer y pasar desconsuelos ante exquisitas viandas sólo por tener tipito. Por enfermedad lo entiendo, pero por tipito… Una buena amiga mía, gordita ella, guapa y con la obsesión por adelgazar sin conseguirlo, tiene un marido que es una perla del Caribe, y cuando en alguna cena la oigo lamentarse por sus quilos de más, su cónyuge tomándola por la cintura le dice amoroso, “no hay mejor aderezo que la carne encima del hueso”, estampándole un sonoro beso en la mejilla, y ella, al menos por unas horas, agradece el piropo, se olvida de los quilos y lo mira con ojos con más luz que una bombilla. Y mejor aún, no huye de las tentaciones gastronómicas y come de todo y le sienta como un pellizco que le revive el alma. Y mañana Dios dirá.
Y es que esto de las miles de dietas para adelgazar, y todas diferentes, me parece más difícil que una madeja de lana enredada, y aunque hemos nacido para morir y en medio está el vivir, no hay que acelerar fenecer con estos desequilibrios absurdos de comer mucho o comer poquísimo, porque la vida es muy hermosa y ante tan peligrosos juegos lo mejor es apartarse. Les deseo buen apetito, con moderación.

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