Artículo publicado el martes, 28/12/2010, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LOS SALUDOS
Hace poco, iba servidora por la calle Mayor de Triana sumida en mis pensamientos y con una prisa más rápida que la marcha de un tren, porque me cerraban la mercería y no era cuestión de dilatar el tiempo. Y ahí estaba yo eligiendo botones, cremalleras e hilos de diferentes colores, cuando me tocan en el hombro, me giro y me doy de bruces (de narices) con una conocida a la que saludé con manifiesto afecto, algo que no me cuesta esfuerzo alguno porque soy muy cariñosa y besucona. Pero al segundo, el asomo de la duda y el temor me llegaron al cerebro al observar en ella una actitud indiscreta y un gesto autoritario y belicoso. Y no me equivocaba, porque en un imperativo tono de voz arrancó bruscamente, hablándome a la velocidad del viento y espetándome con rudeza en un disparo certero y ofensor (faltona), “¿qué tal, Donina? Me viste antes en Triana y no me saludaste. ¿Te debo algo?” Ni que decir tiene que mi buena intención hacia ella naufragó al instante, pues refresqué mi memoria y no recordaba haber reparado en ella dada mi prisa, así es que aunque soy de natural apacible y gracias a Dios con gran sentido del humor (muy de tarde en tarde doy expansión a una rabieta, dos minutos máximo, si alguien me toca los ovarios), acallando su encendida verborrea le manifesté mi contrariedad contestándole sin acobardarme (atorrarme) ni perder la compostura pero sosteniendo su mirada altanera, “¿así es que tú sí me viste y no me saludaste? ¿No crees que en este caso debería ser yo la ofendida?” No eché más leña al fuego porque huyo de las discusiones como el gato del agua, ya que sólo traen incomodidad y malestar para el espíritu. Así es que cambié la conversación porque aquello podía terminar como un ataque vikingo, pues creo que sintió cierta vergüenza desde el cráneo hasta el coxis, y quizá recordó aquel dicho canario, “el que juega con fuego se mea en la cama”.
Y es que no entiendo ese orgullo de los demás, cuando no se han parado a pensar que para recibir hay que dar. Y no es tan difícil: pensar menos en el YO y amar un poco más al TÚ. That is the question.
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