Artículo publicado el martes pasado, 01/04/2014, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

CUIDAR LA MORAL DE LOS NIÑOS

Justamente ayer, después de salir del cine con mi santo esposo, nos acercamos ambos a un conocido restaurante que se encuentra ubicado en el mismo centro comercial de las grandes salas cinematográficas. Eran las 20’30 horas y, por la hora, una alborotada chiquillería nos sometía a los adultos a soportar la algarabía de sus jóvenes años. Servidora aún no me había percatado de la gran pantalla de televisión que, como un trono, ocupaba la pared principal de la sala.

Los nervios de punta fue lo primero que sentí, y tocada por la pena también, porque aquellos críos que por su edad tendrían que estar envueltos en los encajes de la inocencia, se partían de risa observando una película cómica con el consiguiente secuestro de una mujer completamente desnuda que poco antes había estado retozando en un camastro con el enemigo del secuestrador quien, para más inri, de un certero tiro en la frente mató al amante de su señora y antes había rematado de cuatro tiros a un moroso individuo que le debía unos dólares.

Cuestión de conciencia, pensé. Y también en mi rápida reflexión me dije que ya no había que darle más vueltas a las vueltas ya que, todavía sin entenderlo, la moral hoy camina por estos inmorales derroteros. Pero aún pensando que esto de la moral ya es una batalla perdida, reclamé a mi mesa la presencia del dueño, que andaba por allí regocijado con tantos clientes que le llenaban el local. Con diplomacia, y no intentando imponerle mis convicciones, le arañé su conciencia que estaba meridianamente claro la tenía influida por un punto de vista escéptico con respecto a la mía. Pero aún así le recordé brevemente, con cortesía y prudencia, la historia de Sodoma y Gomorra (aunque como está la moral de la vida hoy, la de antaño es casi de risa), percibiendo en su sorprendida mirada un cierto escozor de arrepentimiento, y en su mano la velocidad de cambiar con el mando a distancia a un partido de fútbol.

Y es que ya lo decía Confucio, “las alabanzas y las censuras son unas herramientas eficaces cuando se aplican con cuidado”. Y en este caso, aunque sé que no puedo mover el mundo yo sola ni hacer que gire más aprisa por mucho que me impaciente, aportar mi diminuto granito de arena al cuidado moral de aquellos infantes, alivió mi ánimo y por fin respiré con mi ritmo habitual. Que tengan un buen día.

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