Artículo publicado el martes pasado, 23/06/2009, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LA FELICIDAD
Ya sabemos que la felicidad viene y va y que, como alguien dijo, “es como una mariposa, que cuanto más la persigues más lejos está de tu alcance”. Y es que este mundo nuestro, imperfecto y perturbado por el materialismo y el sexo, se está haciendo más repugnante que el agua de Carabaña con esta fuente de problemas continuos que lo hacen más difícil que un punto de croché, y así la felicidad sufre rechazos de continuo pues cuando alcanzamos un trazo de dicha, una mala noticia en los medios de comunicación, por ejemplo, nos espanta el momento venturoso. Desde luego al asomarme a este asunto no intento atacar las convicciones de nadie, pero para servidora de ustedes la felicidad puede llegar a ser más rara que un pan chino, dependiendo de lo que busquemos como felicidad porque, claro está, si se aspira a poseer un chalet en la Riviera francesa, una limusina blanca con chófer a la puerta, un Spa en propiedad en París, etcétera, y todo basándonos en una nómina de funcionario del Estado, seguro que estaremos siempre con desconsuelo (magua), a disgusto y con el tórax dificultándonos la respiración pues tal ambición terminaría quedándonos como una prenda ajustada y fastidiados (jeringados) de por vida.
Pero si entendemos que la felicidad total es inalcanzable y que no hacen falta estos lujos para subsistir medianamente feliz, entonces nos construiremos nuestro verdadero paraíso que no es ni más menos que vivir una sosegada existencia sin ambiciones, lo que es mejor, y sin tener a Hacienda fija en el cerebro y pisándonos los talones, no dejando escapar el tren espiritual y ser consecuentes con los principios y con la honestidad que, en todo, es siempre la mejor política y puede resultar incluso tan agradable como dormir sobre un almohadón de plumas. Y es que desde que el mundo es mundo nadie (y lo subrayo) ha disfrutado de la felicidad completa, y quien diga lo contrario es más falso que un diente de madera.
Ir en busca de la completa felicidad es tan complicado como intentar averiguar que nueve y siete son quince o como tirar cohetes (voladores) mojados al cielo, porque la bonanza no es masilla que se pueda manejar entre los dedos, afortunadamente, ya que el goce de la dicha está en los pequeños momentos, en la seguridad afectiva, en la salud, la familia… (y no intentando ser libres como una gaviota, morar en el incumplimiento de los deberes, conseguir todo aquello que se desea), amén de residir en el mundo de los vivos porque el mayor milagro del orbe es la vida, la vida sin varitas mágicas, con su incógnita como el deshojamiento de la margarita, aunque a veces sea ácida como la toronja y otras dulce como un bastón de azúcar. Así es que no está mal habitar la ventura hasta que se nos apague el generador -este corazón que hay que cuidar con mimo para que no reviente como una pita de agua-, y no olvidar aquella cita, “sólo vives una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente”. Sea como sea, vivir es lo importante y mejor aún hacerlo sin prisas ni preocupaciones, porque la vida es sólo un aperitivo (enyesque), un sorbo (buche), ya que aquí al fin y al cabo sólo estamos de visita, y en definitiva la felicidad, como decía Gandhi”se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”. Eso sí, viviendo con un estado de ánimo positivo y una notable dosis de humor (aunque ya sabemos que vivir es más difícil que morir), que es una buena solución para no caer en las arenas movedizas de la tristeza o en las turbias aguas de las ambiciones donde, casi siempre, la magnitud del esfuerzo de éstas no merece la pena, pues al fin y al cabo desear alcanzar el completo bienestar es como intentarlo por un amor imposible. “That is the question”.
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