Artículo publicado el martes pasado, 30/10/2012, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

EL REFUGIO DEL DOLOR

El mundo siempre ha creído que el luto es el refugio del dolor, pero creo que cada uno de nosotros lo exteriorizamos con nuestro modo de pensar y de sentir sobre el mismo. El dolor, sea de la índole que sea y venga de donde venga, es un sufrimiento con una línea que puede llegar desde una congoja, un desconsuelo, una aflicción, hasta un lacerante desgarro que araña el corazón, que lo excoria, lo llaga, y no creo que haya gente a la que el dolor, leve o punzante, le pueda resbalar por la espalda como una bolita de mercurio.

Pero parece ser que este tipo de gente haberla hayla, aunque nos parezca imposible tal actitud, y quizá dependa de la sensibilidad que el Creador te haya otorgado. Me comentaron de alguien que tuvo la desgracia de que una hija falleciera lamentablemente de una sobredosis, y que dos días después del funeral salió a cenar con unos buenos amigos que la invitaron con la intención de que le remitiera algo el dolor. La sorpresa fue mayúscula, pues la apenada madre (y no dudo de su pena) apareció vestida de rosa-chicle minifaldera y botas blancas, comentando, “delante de los amigos no hay que llorar, porque los disgustas y luego ya no te invitan más”. ¿?

Sé que el amor no se puede exigir, pero hay amores y amores, y pienso que la sensación, el sentimiento por la muerte de un hijo debe ser como recibir una descarga eléctrica en el pecho, una fuerte sacudida en el corazón, una traca que no te deja con ganas de vestir de rosa-chicle ni de tener apetito, porque imagino que todo ello desaparece en esos trágicos días. Decía mi añorada abuela materna que”no sólo hay que serlo, sino parecerlo”, con lo que estoy completamente de acuerdo. Pero en fin, como dice el refrán, cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas”, pero que me aspen si lo entiendo. Y es que para algunos/as el refugio del dolor es sólo cuestión de hacer versos endecasílabos y punto de croché (ganchillo) cada día y que la alegría y la fiesta afloren nada más levantarse como un sorbo (buche) de felicidad.

Creo que equivocados están los que piensen así, porque también el dolor es compañero en esta existencia, y de alguna manera nos hace sentir que estamos vivos y que “nunca pasará de moda”. Faltaría más.

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