Artículo publicado el martes último, 31/05/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

SER JOVEN ES UNA CIRCUNSTANCIA, NO UN VALOR

Desde los días más remotos de la historia de la humanidad, el ser humano ha rechazado la vejez sin lograr entender o no aceptar el envejecimiento, atrapado en un cepo del que desea salir, sin darse cuenta de que neurona que muere no resucita y que no se puede evitar como al sol del mediodía. El sistema celular envejece y frenarlo para continuar siendo jóvenes es tan imposible como que los codos lleguen a las rodillas estando de pie. Las mujeres recuperamos el color de la juventud a toque de colorete, y acentuamos la mirada con unas gotas de colirio refrescante, y los hombres…, ellos sabrán.

Hace un tiempo corto, me encontré en Madrid con un amigo de mi juventud, con algunos años mayor que yo, que me pareció a brote pronto que lo que deseaba parar como fuera eran los pocos telediarios que le quedaban. Al verme, su instinto primero fue recogerse la pequeña prominencia de su barriga casi en un paro respiratorio, creyéndose en ese momento un Yhon Wayne de Hollywood. Cabello y cejas teñidos de negro como una noche sin farolas, le delataban más que el rugido de un león, los destellos de su dentadura, reluciente y blanca como la leche en polvo, me daba en los ojos cada vez que reía , y su cuerpo, tieso como un cohete (volador), parecía más una momia egipcia que un ser humano corriente, o sea, todo más falso que un diente de madera.

Con su extraordinaria capacidad recordatoria me colocó con él en los puntos rozagantes de nuestra estupenda juventud, y de ahí que nuestras risas parecieran cantos hawaianos plenos de nostalgias. Siempre fue un chico optimista, erudito e ingenioso, una perla de persona sin cambios de humor y con profundo sentido del respeto, así es que no entendí que alguien tan inteligente picara de aquella manera en este mundo del parecer y no del ser, sin entender que ser joven solamente es una circunstancia, no un valor, y que él en sí mismo era un valor inestimable, un hombre meritorio que no necesitaba nada más que su claro intelecto para ser admirado.

Pero ya lo dijo Moliére, “la fantasía es una facultad del alma”, y estaba claro que para este amigo, sentirse joven era su fantasía. Tampoco hay nada malo en ello, pero el hecho de perder la juventud no hay que tomarlo como intentar a toda costa salvarnos de un naufragio. Al menos no va conmigo. Que tengan un buen día.

SUMARIO: Envejecer no es un castigo, es un privilegio.

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