Artículo publicado el pasado martes, 29/12/2009, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LA VIDA ES AGRIDULCE
La vida es algo mucho mejor que unas vacaciones regaladas o un día de paga. Pero al igual que siempre hay un camino recto y otro equivocado, también la vida tiene su lado dulce y su lado agrio que a todos nosotros de uno u otro modo nos ha salpicado, porque la vida no es totalmente un lago apacible ni es tan fácil como modelar arcilla, ni hay en ella milagros garantizados. La existencia está llena de luces y sombras que sólo acabarán cuando abandonemos esta dimensión. Pero mientras nos bailamos la balalaika del vivir, merece la pena disfrutarla y luchar mientras hay juventud, haya comenzado el proceso del envejecimiento o ya se esté de lleno en él, pues como decía Bruto, “sólo el instante y los días que restan al hombre es lo que importa”, y todos nosotros ocupando el mismo planeta y al mismo lado de la vida, unidos por la voluntad de estarlo aunque nos cansemos de darle pases de capote a las guerras, a las injusticias o a la mala política…, porque ya sabemos que la felicidad total es inalcanzable en esta desasosegada existencia, en este mundo imperfecto y con un agudo déficit espiritual. Pero aún así debemos asirnos al hermoso pensamiento de Walter C. Hagen, “no corras, no te precipites. Estás aquí sólo de visita y merece la pena que te detengas a oler las flores”. Qué bello pensamiento…
La vida no es sólo lo que nos gusta ni una fórmula china que con la mágica palabra “abracadabra” lo arregle todo, porque la vida es otra cosa. Por ejemplo, no creo que sea agradable sufrir un desamor, dejar la infancia (o que la infancia nos deje), escuchar una declaración de guerra, ver aflorar las envidias en los otros, sentir que el miedo tiene alas, que el hombre es quien ha sembrado el odio y la maldad en la tierra, recibir órdenes y acatarlas estando en desacuerdo, llorar el luto, abandonar tu país en busca del pan para tu familia, que la boca de un mal nacido le haga traición a quien le da de comer…, etcétera, porque tanto dolor, tantas chinitas en el camino no conocen ninguna fórmula para superarlo, pero quizá nos devuelven a la percepción extraordinaria del otro lado bueno de la vida: las redes maravillosas del amor (que es un guiño coqueto y siempre mejor que odiar), la acumulación de experiencias, la sabiduría que dan los años, que tengamos un lugar en el corazón para la esperanza, disfrutar de los estupendos amigos, la unión familiar, entender que el rencor no nos conduce a ningún sitio, saber encarar de forma racional los problemas diarios, gozar de la buena salud, de la bondad de los otros, del buen arte…, en fin, la cara y cruz de la existencia, lo agrio y lo dulce, que es la diferencia que nos hace saborear el pastel de la fiesta, pues ya sabemos que lo dulce no sería tan dulce si no existiera lo amargo. Y aún con todo, siempre será mejor que tener la vida vacía como un aula a la hora del recreo.
Ojalá la vida fuera una garba de fuegos artificiales con traca final, fácil de llevar al cogerle el tranquillo, un recreo constante para el espíritu y siempre apasionante como una aventura en Australia durmiendo en tienda de campaña y rodeada de simpáticos canguros…, pero aún así estoy segura de que nos decepcionaría porque para esto ya está el Reino de los Cielos que nos aguarda. Vivir aquí, en la Tierra, es el milagro de haber arribado a este mundo (un gramo de polvo en el espacio) por alguna causa sobrenatural que no podemos entender, de ser y sentirnos seres humanos tan importantes para Dios y los nuestros como los cuatro elementos de la naturaleza (tierra, aire, agua y fuego). Haber probado, en fin, la sal y el azúcar: los ingredientes de la existencia. Y es que no deberíamos olvidar aquel acertado proverbio chino, “disfruta hoy. Es más tarde de lo que crees. Que tengan un buen día, felices fiestas navideñas y un Año Nuevo lleno de paz, salud y “euros”.
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