Artículo publicado hoy, 13/10/2009, en el diario La Provincia/DLP


                                        DE TODO UN POCO
Donina Romero
                            JUVENTUD, OBJETO DE DESEO
         Metida en mi frecuente y callada meditación, a veces se me desordena la circulación de la sangre y la tristeza se me amontona en los ojos, cuando oigo o leo este desorbitado deseo de conservarse siempre joven y que viene, insistentemente, ocupando páginas y páginas de revistas varias en las cuales caen aquellos que ya se consideran decadentes, pues ven que su juventud cruzó la raya y ya no les corren buenos tiempos. Gimnasios para agotarse, senderismo hasta perderse, natación hasta extenuarse, bicicleta estática con pedales durísimos hasta echar la gota gorda, footing hasta quedar sin respiración (resuello), pesas para muscularse como Popeye, aerobic hasta caer rendidos…, y así un etcétera más largo que una lista de bodas. Y todo para aparentar ser más jóvenes y llegar a creérselo ellos mismos. Que ya lo afirmaba Goebbels, “una mentira mil veces repetida acaba adquiriendo carácter de verdad”.
Y no es que servidora de ustedes esté en desacuerdo con tales opciones, (expuestas arriba) en este caminar en la rueda de la existencia, pues me parece perfecto que cada uno quiera ponerle remedio a su situación física; pero lo que sí me parece una conducta negativa, o equivocada tal vez, es la ansiedad y casi el desequilibrio de muchos (conozco algunos/as) que se debaten ruidosamente por hacer invisible su cuerpo entradito en carnes y apergaminado por los años, como si en ello encontraran el éxtasis de la felicidad. ¿Acaso será cierto que en ello consiste la dicha, la ventura? Yo, por mi parte, no me lo creo o no deseo creérmelo, porque la verdad es que veo que a pesar de tantos esfuerzos por aparentar juventud terminarán, como el resto de los mortales, apagándose como desaparece una hoguera (fogalera) después de arder. Entiendo que es importante sentirnos a gusto con nosotros mismos, como también entiendo que te quieras quitar un lunar en el cuello con aspecto de garrapata, pero me parece mucho más interesante cultivar la inteligencia, la ternura, el espíritu…, y crecer mentalmente, ya que esto hará que tengamos una vida más satisfactoria.
Muchos pensarán, “¿y quién le ha dicho a esta señora que yo no cultivo estas cualidades, además de mi cuerpo?” Y llevan toda la razón. Pero aunque no pretendo imponer a nadie mis convicciones, está claro que el cuerpo, irremediablemente, en esta aceptación mecánica del vivir, termina cediendo como un asiento de rejillas viejo, y rejuvenecerlo se hace más difícil que encontrar espacio para los zapatos, porque a pesar de tanto gimnasio, bicicleta, pesas, footing, aerobic, natación, senderismo, etcétera, a este dichoso cuerpo siempre se le notarán las goteras y los años, que lo arrugan y encogen como el lino. ¿Deporte? Por supuesto que sí (aunque servidora no practico ninguno porque para ello estoy carente de disciplina, y no veo visos de ponerle remedio a la situación), pero con mesura, porque ya he conocido  alguno/a que se ha ido a la caja de las tachas antes de lo previsto por abusar de tales exagerados ejercicios. He de reconocer que para esto de los deportes soy más rara que una silla con las cuatro patas desiguales, y que cuando he intentado practicarlo me ha sido más difícil que controlar el hambre (lo intenté con el baile andaluz bajo las órdenes de la amiga, maestra y artista como nadie en este terreno Ana Padilla), pero qué quieren que les diga, al fin y al cabo la vida es un ratito, un sorbo (buche), y hay que estrujarla con alegría, pero no ahogarla con palizas deportivas. Así es que prefiero comerme a gusto un cruasán recién horneado, con su poquito de mantequilla y mermelada de melocotón, y luego con calma (pachorra) tumbar en mi querido sofá a este cuerpo que ya tiene sus años encima y que, el pobrecillo, lo único que pide es descansar y no quedar, del excesivo deporte, destrozado como la carne picada. Y es que como alguien dijo, “el cuerpo es nuestro vehículo y nosotros su mecánico”, y digo yo que “cada uno lo maneja a su antojo”. Faltaría más. Y un cariñoso recuerdo para mi recién fallecida amiga del alma Mayole Torrent, actriz de mi Compañía Teatral y excelente persona.

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