Artículo publicado hoy martes, 04/10/2011, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

LA SOLIDARIDAD

Decía Arthur Schopenhauer que “cualquiera puede solidarizarse con la pena de otro, pero solidarizarse con la felicidad de otro es atributo de los ángeles”, y creo que este pensamiento no escasea de claridad porque es curioso que existan personas que con la desgracia del amigo, del vecino, del pariente, consoladoras se hacen notar a su lado como una campanilla de alzar en misa, y en cambio con la alegría o un premio en las quinielas, por ejemplo, la de la campanilla se siente incómoda y no se solidariza con la felicidad del otro/a, tampoco lo disimula, y lo demuestra en un rostro huérfano de amistad, porque su éxito le rasca más que hacerlo con un chicle pegado sobre una chaqueta.

Y es que no entiendo cómo puede haber personas que se dejen dominar por los celos o la envidia y lleguen a ser impermeables al triunfo, a la victoria, al laurel o a la felicidad de los demás. Mi amiga Pepita Miñón canta como un ruiseñor y tuvo incluso el privilegio de cantar junto a nuestro gran Alfredo Kraus en el antiguo estadio insular, siendo su participación en la ópera, como protagonista femenina, un éxito rotundo, y a mí me congratula saber que tengo una amiga con esa garganta privilegiada.

Pero yendo a lo que deseo explicarles, recuerdo, siendo yo muy jovencita, que cuando mi perrito Yogüi (así, como lo escribo) fue atropellado y muerto por un camión despistado, una buena amiga me consoló en aquel fortísimo dolor enjugando mis lágrimas y metida junto a mí en la concha de la pena. Tal entrega la agradecí de corazón, pero de igual modo recuerdo cómo cada vez que yo estrenaba un vestido o unos zapatos, el gesto le navegaba entre la rabia y un mutismo hermético, que no le hacía soltar una palabra agradable, además de una mirada torina que me despejaba toda duda sobre “su amistad”. Nunca he entendido que haya gente que no se alegre con la felicidad o el éxito del amigo y sí “sufra” por su tragedia sea cual sea, aunque igual tan incómodos sentimientos sean debidos a un desorden mental. Y servidora ya lo tengo claro: elijo a los amigos transparentes que viven conmigo cualquiera de mis sentimientos. Y créanme que es estupendo cambiar un timple por un arpa. Que tengan un buen día.

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