Artículo publicado hoy martes, 06/12/2016, en el diario La Provincia/DLP


DE TODO UN POCO

Donina Romero

Borrachera infantil

El pasado día 1, una niña de tan sólo doce años de edad acabó con su incipiente vida por un coma etílico, tras participar en un botellón con su pandilla de igual edad. Ahora, otra jovencita de trece años fue ingresada de urgencia en un hospital de Madrid, por otro coma etílico tras haber ingerido vodka, ron y güisqui, y cómo no, en otro botellón bajo la anuencia de sus compis que, entre miradas y risas, la veían totalmente ebria, mientras le aplaudían cómo libaba alcohol

Como es natural, la policía ha abierto una investigación para averiguar cómo pudieron acceder por ambas partes a tales bebidas alcohólicas, a pesar de ser menores de edad. Esta segunda niña ha corrido con más suerte que la primera, y no sólo no falleció sino que ahora se encuentra fuera de peligro y su situación es estable, a pesar de haberse desplomado al suelo después de mezclar las peligrosas bebidas.

¿De quién es la culpa de que estos niños cometan tales locuras? Subjetivamente creo que de los padres principalmente, porque se han olvidado de enseñar a estos críos cómo comportarse social y cívicamente, pero sobre todo de los peligros con los que se van a encontrar ahora que están saliendo del cascarón Y aunque tampoco se trata de exigirles a estas criaturas que deben comportarse como adultos, sí deben entender que a esas edades, además del peligro para su salud, tienen unos límites que hay que respetar porque de ahí se procede muy fácilmente y casi sin darse cuenta a realizar actos vandálicos, sobre todo cuando van en grupitos.

Los padres deben de entender que no hay que penar a los hijos en estas difíciles edades con castigos físicos, sino educarlos con disciplina, rigor y conversación en el respeto a los demás y a ellos mismos, sobre todo a ellos mismos, y sin ese temor estúpido de muchos progenitores de que no se debe de estar corrigiéndoles para que no se “traumaticen” de por vida y alegando que deben sentirse libres para desarrollar su personalidad. ¿Sentirse libres a los doce años? ¡Anda ya! Además de la disciplina y las conversaciones, un buen cachete a tiempo nunca viene mal. La libertad individual es exclusiva del adulto, pero JAMÁS de unos niños de doce y trece años que solamente centran su vida en divertirse sin la consciencia de los graves y peligrosos caminos que les esperan en esta loca y disparatada vida de hoy.

Y no me retracto de mi subjetiva opinión: los padres tienen el deber y la obligación de educarlos y son los máximos responsables del comportamiento de sus hijos, de con quienes van sus hijos, de a qué lugares van sus hijos, de qué hacen sus hijos fuera de casa, de hacerles ver que a estas edades beber alcohol no es divertirse y que deben de pensar en el gran riesgo que esta aventura conlleva.

Decía el gran Cervantes que “cada ser labra su propia fortuna y elige su camino”, ¡pero hombre de Dios, no a los doce años, que aún quedan niños/ñas que creen en papá Noel! Que tengan un buen día.

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