Artículo publicado hoy martes, 10/12/2013, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
NIÑOS MALTRATADOS
Si como dice el profeta, “Dios puede oír su alabanza y su gloria por boca de los niños y de los recién nacidos”, me pregunto una y otra vez, ¿cómo puede haber tanta aridez y tanto corazón blindado en ciertos padres hacia estos pequeños que siempre andan buscando un hombro donde reclinar sus cabezas? ¿Es que hay algo más hermoso que un niño: los expresivos ojos, su piel de seda, su inocencia de ángel, su vocecita musical, su física fragilidad de cristal, su sonrisa y sus labios colmados de besos, la verdad siempre sincera de sus palabras…? Decía Tomás Moro: “no tengo una ventana para asomarme a la conciencia de nadie”. Y creo que es el modo más cristiano de respetar al prójimo, pero cuando se trata de la integridad física y moral de un niño, una hormigueante impaciencia por defenderlos me comienza a resbalar por el cuerpo y no puedo ponerle frenos a mi pluma que, acelerada, no encuentra obstáculos para tratar de ineptos a esos padres o familiares a quienes se les ciega la razón por un llanto o una travesura y acaban, movidos por su propia cobardía y su incontrolada cólera, propinando la paliza, y a veces hasta la muerte, a ese pequeño ser humano que no entiende lo que hizo tan mal para merecer aquello.
Sumergida en la más completa perplejidad desde que oigo y leo espeluznantes actitudes sobre el maltrato a los niños, la angustia y la preocupación han ido incrementando mi sensibilidad hacia este tema al descubrir los más insospechados y malvados sentimientos humanos, llenos de sequedad en el alma y en sus corazones, hacia esos pequeños seres indefensos: padres que asesinan a sus hijos despiadadamente (incluso haciendo arder sus maravillosos cuerpecitos en espantosa hoguera), padres que les prostituyen a cambio de un puñado de monedas, padres que les envían sin ninguna moral a comprar drogas para su propio consumo, padres que les enseñan a robar, padres que abusan sexualmente de sus propios hijos sin pararse a pensar en el trauma de horror que les dejaran de por vida…, en definitiva, padres (si se les puede calificar de este modo) cobardes, sin escrúpulos, de poca o ninguna salud mental para quienes la bondad no existe ni tiene sentido, padres a quienes deberíamos arrebatarles a esas criaturitas nada más nacer, porque dejarlos en sus crueles manos es una batalla perdida ya que cuando se tienen sepultados amor y conciencia ni siquiera hay que echar suertes a cara cruz para arrebatárselos, porque está meridianamente claro que quien nace perverso muere perverso. Pobres niños maltratados…
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