Artículo publicado hoy martes, 19/07/2011, en el diario La Provincia/DLP


 

DE TODO UN POCO

Donina Romero

EL REINO INMORAL

Creo que esto que les voy a contar ya es como para llevarse la mano al infarto, y está clarísimo que decididamente y si no se pone remedio, esta sociedad se está embarcando en la tarea de la destrucción moral. Igual es que tengo una mirada muy corta para entender las vueltas que ha dado el mundo, pero qué quieren que les diga, no puedo digerir que parte de esta sociedad que nos ha tocado vivir esté utilizando mecanismos para edificar una moral que se jacta precisamente de no tenerla: sexo libre, drogas, alcohol, miles de abortos en adolescentes, divorcios exprés, acoso escolar donde muchos padres de acosadores no intervienen en la corrección de semejante y deplorable acción, hijos irrespetuosos con trato de desfachatez hacia sus progenitores, alumnos sin respeto a sus docentes, y un largo etcétera, como un reino diferente y rebelado contra el otro reino que defiende normas y moral.

Escuché y vi hace poco, en la calle, cómo un adolescente, trataba despiadadamente a su acobardada madre con un exceso de ordinarios adjetivos que a mí me daba vértigo escucharlos. Le pidió dinero y al instante de sacar la madre el portamonedas del bolso, el chico, apresuradamente, se lo arrebató, sacando no sé qué cantidad de dinero y devolviéndolo al fardel de su progenitora con una incontrolada cólera y un ruido de palabras (como si los códigos morales y la educación hubieran pasado de moda) que dejó a la pobre mujer con una cicatriz en el alma y la mirada licuada de tristezas, mientras él salía disparado de allí.

Se me heló la respiración invadida de distintos sentimientos, y antes de que se largara tuve ganas de encolarle la boca para que dejara de hablar, porque el instante me pareció doloroso y hasta casi lacrimógeno, pero todo ocurrió tan rápido que no me dio tiempo de la reprimenda, y pensé qué pena da ver a estos jóvenes metidos en un laberinto de orfandades espirituales y hasta quizá afectivas. Supongo que será porque la vida les ha ofrecido tanto y están tan saturados de todo lo material que ya no encuentran colores en las flores, se les ha roto el sabor de un membrillo, el aroma de una rosa y el amor a una madre. Qué pena, penita, pena…

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