Artículo publicado hoy martes, 22/10/2013, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LA RISA: UNA MEDICINA PARA EL ALMA
Le agradezco a mi buen amigo y excelente conversador, el farmacéutico Rogelio Tenorio de Páiz, las magníficas horas de alegría y risas que su encendida verborrea, con la estruendosa y contagiosa carcajada, me regala todos los sábados en el Real Club Náutico con las que me aviva el ánimo generándome además algún quilito más de salud. Está meridianamente claro que la risa da bienestar al alma y por ello aquí va, queridos lectores, una anécdota que les imbricará en tal algazara.
La semana pasada acudí con mi venerado y virtuoso esposo a una carpintería del sur a recoger un pequeño mueble, antiguo y de caoba, que perteneció a un antepasado mío, mueble al que le tengo mucho cariño y quizá por ello no me he querido desprender del mismo, a pesar del principio de carcoma de una de las patas (sí, la caoba también se pica aunque se diga que es eterna). Mi carpintero Salvador (nombre ficticio pero persona real), a quien llevo años tratándole y encargándole trabajos (pues no ha dejado de laborar a pesar de que hace años una quiniela le alivió la economía y a quien antes de tal premio jamás vi que le desequilibraran los vaivenes de la vida, así como verlo triste es tan difícil como intentar cortar las nubes con exactitud), me entregó el mueble sin haber hecho antes ejercicios de humildad, transmitiéndome su eufórica actitud de ánimo al mostrarme la pata del mueble en perfecto estado, aunque con mi agudeza visual noté inmediatamente que se había equivocado y que el color del barniz había quedado un poco más oscuro que el resto de las patas. Así se lo hice saber solicitándole una explicación, aunque sin intención de que volviera a trabajarla ni que por mi observación se hundiera como una galleta maría en un café con leche, pero Salvador, rápido en sus reacciones como una rueda de fuego y con su gracejo de siempre, buscando su propia defensa me contestó, “¿las mujeres no llevan mechas en el pelo? ¡Cristiana, pos jágase a la idea de que el color de esta pata es una mecha del mueble! ¡Lo importante es que le maté los bichos y que el parche de madera que le puse no se nota!”
Entendí el privilegio de la edad, que no demanda auxilio, y pensé en Goethe, el poeta y dramaturgo alemán, quien dijo que “la única persona que no se equivoca es la que nunca hace nada”. Y es que la defensa personal sólo con la palabra endulzada, es tan gran virtud como la paciencia. Que tengan un buen día.
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