Artículo publicado hoy martes, 24/09/2013, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
¿GIBRALTAR Y LA FIESTA ROCIERA?
Ver hace pocos días en la televisión la enorme congregación de los gibraltareños-españoles en la plaza Casemates, celebrando como si nada su “Nacional Day”, danzando fiesteros como nadie y reivindicando con pancartas contrarias a España (aunque parece ser que sin ofensas) y cánticos a su derecho a decidir, disfrutando a un tiempo de todo lo español, como los maravillosos pasodobles, el buen vino tinto, los chiringuitos y los “olés” invadiendo el aire con gracia andaluza, mientras vehementes aclamaban con vítores las ondulaciones de una gigantesca bandera de Gibraltar que los succionaba hasta el paroxismo en una imagen patriótica hacia el Reino Unido, escuchando además las tristes y aduladoras palabras del ministro Fabián Picardo, “se helará el infierno antes de que veamos otra bandera en el Peñón que no sea la de Gibraltar y el reino Unido”, me causó un sufrir hasta casi un colapso mental al tener por fin una visión meridianamente clara de estos espurios españoles astutos y calculadores, que se han dejado seducir, sin afectarles el alma, por unos fuegos artificiales ingleses que encubren, presuntamente, beneficios ilegales que alejan de sus corazones la verdad de una sangre española que corre por sus venas desde hace miles de generaciones.
Y es que ya se sabe que “poderoso caballero, don dinero”, y creo que se perfila con bastante luminiscencia que la calderilla es muy golosa y tiene una extrema facilidad para convencer peligrosamente conductas honestas. La aparición desde una enorme pantalla de vídeo de Cameron recalcando turbia y enconadamente que el “el Gobierno británico apoya de todo corazón vuestro derecho a determinar vuestro futuro político”, más la engañosa actitud de aquella muchedumbre enloquecida que entonaba con encendimiento despiadado contra España, el himno inglés “Dios salve a la Reina”, además de la petición a voz en grito para que no se deje pescar a los españoles, me hizo cavilar que tales “gibraltareños” no se merecen un gran país como el nuestro ni una España que piensa honestamente, como decía Sócrates, que “es mejor padecer una injusticia que cometerla”. Pero aún así, Gibraltar para los españoles nunca será una batalla perdida. ¡Vamos, faltaría más!
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