Artículo publicado hoy martes, 26/03/2013, en el diario La Provincia/DLP
DE TODO UN POCO
Donina Romero
LA CULTURA DE LA FAMA
Espero que no parezca esto que escribo una conferencia ni un conocimiento académico sobre la desorbitada cultura de la fama, que tanto daño produce en los sueños de miles de jóvenes de hoy que desean fervientemente realizarse como artistas y buscan quien les represente como tales. Ellos solamente anhelan estar dentro de ese huracán que les puede llevar a la cúspide para así, de ese modo, sentirse adorados, venerados e imitados por otros jóvenes…, y se dejan arrastrar por algunos representantes sin conciencia que sólo buscan ganar dinero con estos inexpertos muchachos, que les manejan sus emociones y no les defienden los valores morales ni les explican que es el espíritu del gozo en el trabajo honesto el verdadero triunfo, que lo único de este putrefacto mundo que puede salvarles es la calidad de su arte sin concesiones sexuales a cambio, sin noches de juergas, drogas ni alcohol ni perjudiciales amistades, y que no hay diferencia entre la fama y la vida porque todo es efímero y ni la una ni la otra en el planeta Tierra son hermanas de la eternidad.
Se me enquista el dolor cuando he leído hace poco que un alto índice de jóvenes japoneses se suicidan anualmente cuando las expectativas de alcanzar la fama se les desvanece como una puesta de sol, y recurren a este trágico acto porque creen que es la única manera de librarse de esa esclavitud que ven inalcanzable, de la íntima vergüenza por no haberlo conseguido y que no les deja vivir en paz. Decía Jorge Bucay que “en su pequeñez, la semilla contiene el árbol que será después”. Pero digo yo que si esa semilla no es regada con agua clara y bien abonada, nunca llegará a ser árbol porque morirá en el camino. La vida es una aventura pero no es cosa de juegos, y me pregunto quién tiene la culpa de llenar o vaciar sus vidas a su antojo, de no regarlas y abonarlas adecuadamente y si estos personajillos representantes, de sentimientos subterráneos, conocedores de esta tremenda tragedia se quedan impávidos ante esas muertes o con la satisfacción de haber conseguido una victoria metiéndoles en los vicios, porque si así fuera, la cadena perpetua es muy corto tiempo para quienes roban las ilusiones a quienes empiezan a vivir. En suma, un tema para la reflexión. Ay, Señor, qué mundo éste…
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